miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ya llegó la nueva novela de Ruiz Zafón

...un inquietante personaje visita la librería de Sempere y amenaza con desvelar un terrible secreto que lleva enterrado dos décadas en la oscura memoria de la ciudad...
el-prisionero-del-cielo_9788408105824.jpg
Te emocionarás como la primera vez.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Un video sobre el nuevo libro de la colección "Ciencia que ladra", Científicos en el ring. Dice la contratapa. "En este libro presentaremos seis batallas campales entre auténticos colosos por acreditarse la paternidad sobre alguna invención."

jueves, 3 de noviembre de 2011

Nuestros lectores escriben cuentos

Continuando con nuestra nueva sección dedicada a nuestros lectores que a su vez escriben, presentamos a continuación un cuento cargado de enigma que nos ha enviado Nicolás Recupero. Agradecemos su maravillosa colaboración con nuestra página y esperamos que nunca deje de escribir. Recordamos la dirección de ésta sección, para aquellos que deseen enviarnos sus cuentos:

chwojnikd@hotmail.com 
Motivo: Cuento Boutique del libro
 

Él lo sabía
por Nicolás Recupero

Esa mañana despertó temprano, desayunó ligero y se fue al centro. El año de a poco terminaba. Las cosas estaban mejor. No. Habían empeorado. Sus padres lo sabían, su hermana lo sabía. Él lo sabía. Ya tenía pensado cómo hacerlo. Fue a esa librería que había visto una vez al pasar en taxi (desde entonces quiso entrar) y después de revisar la narrativa inglesa pasó a la norteamericana, encontró un ejemplar del libro que buscaba y lo pagó. Al salir fingió no dar rumbo a sus pasos por el simple y libertario placer de saberse hacedor de sus obras y no otro muñeco de los dioses, esos niños caprichosos con fuego en mano.
Al llegar encontró en la puerta algunas personas, todas muy relajadas –esperable. Charló con el portero un rato, inspeccionó con sutileza el terreno. Se percató del mediodía cuando ya lo abandonaba y decidió comer algo.
El reloj marcaba las cinco cuando dejó el pequeño restaurante (en la otra cuadra: vista perfecta a la puerta desde las mesas de la acera) y se cruzaron. El encuentro fue breve pero intenso; sintió un apetito inimitable, un ansia sexual que ningún orgasmo podría jamás encomiar, la fuerza de un dios que se crea desde el vacío. Gloria: antes fetiche discordante, fruta prohibida e inasible.
El éxtasis no lo había dejado de arrobar cuando se produjo el segundo encuentro. De nada sirven los detalles sobre el intervalo, así como nadie se preocupa por el espacio entre un suspiro y otro.
Era tarde.
Se detuvo a mitad de camino.
Entonces dijo lo que nunca nadie quiso que dijera.
-¡Mr. Lennon!

lunes, 24 de octubre de 2011

Y Pora, un libro para muchos meses

El último libro de Casaña en una presentación video, luego de los éxitos "En alas de la seducción" (click aquí para descarga digital)  y "La maestra de la laguna".

lunes, 17 de octubre de 2011

Noticias

 

Los e-books ya seducen por precio y comodidad

  Son un 30% más baratos que los de papel y cada vez más librerías argentinas los ofrecen. Además de los best-sellers, el público académico mueve la demanda. Y se consiguen títulos inéditos en el país. Despegan los libros electrónicos
Por Pablo Sigal
Clarín Digital, 14 de Octubre de 2011


Las librerías virtuales proliferan en la Argentina y ya hay al menos una decena con un stock razonable. No es la biblioteca de Babel, pero hay una buena cantidad de títulos para abastecer la incipiente demanda local: la de los que prefieren bajarse varios textos y tenerlos a mano en cualquier momento y lugar. Y pagar, en promedio, 30% menos que los libros de papel.
La Boutique del Libro, Librería Santa Fe y Paidós firmaron a mitad de año un contrato con Libranda y Amabook (que agrupan a las principales editoriales en castellano) para distribuir sus e-books. Allí se pueden conseguir ediciones de editorial Siruela a 45 pesos o de Anagrama aún más baratos, algo impensable por mostrador.
Las librerías y editoriales consultadas por Clarín coincidieron en que este año la venta de libros electrónicos ya representa entre el 1 y el 2% de la demanda total. En Europa es el 5% y en Estados Unidos, el 20%. Según la consultora PWC, el mercado argentino del e-book alcanzará el millón de dólares en 2014 .
“Es un formato que recién está comenzando y queda mucho camino por recorrer. Se necesita más oferta de e-readers (aparatos para leer libros electrónicos) y que la cultura del e-book vaya entrando en la gente. Muchos hoy compran el lector, bajan un libro y después se olvidan”, dice Alejandro Pérez Morales, uno de los dueños de la Boutique del Libro.
Sebastián Ansaldi, gerente de márketing de editorial Planeta, cree que “todavía no está claro el modelo de negocios” del e-book. Sí se sabe que el papel seguirá siendo por ahora prioridad de las editoriales, aunque no arriesgan por cuánto tiempo. “Lo más probable es que en el futuro convivan ambos formatos”, agregó Ansaldi.
¿Qué compran los lectores electrónicos? “En otra escala, la demanda de la librería real se reproduce en la virtual. Así, los best sellers de ficción y no ficción encabezan los ránkings de ventas”, asegura Juan Pablo Aisenberg, de Librería Santa Fe.
Pero no todo es tallarines con tuco. Sorprende, en un recorrido veloz por las góndolas virtuales, la cantidad de autores prestigiosos “traducidos” al e-book: Silvina Ocampo, José Saramago, Paul Auster, Marcelo Cohen, Fernando Vallejo, César Aira, Mario Bellatín, Alan Pauls, Mario Levrero, Tomás Eloy Martínez y siguen las firmas.
Se suma otro público, también, que busca textos académicos . Andrés Zaied, gerente de contenidos digitales de Musimundo, explica que “los libros de consulta profesional y los ensayos se venden mucho, además de las novelas rosas”. En esta cadena cuentan con un stock de 30 mil títulos disponibles, de los cuales el 10% son de producción nacional. “Para el que viaja y debe llevarse libros es una opción ideal”, agrega Zaied.
La veta universitaria ya la había percibido Eudeba, al lanzar este año su plataforma de e-books con una política de precios (en relación al papel) aún más agresiva que sus competidores. “Las guías para UBA XXI son uno de los materiales más vendidos”, destaca Gonzalo Alvarez, presidente de la editorial. Desde la librería Paidós, con un catálogo fuerte en psicología y sociología traccionan la oferta.
Otra ventaja: conseguir libros que en la Argentina no están editados en papel. Y que hasta ahora comprarlos por Amazon para que los enviaran implicaba un gasto para pensar dos veces. Sí, saldrán los fundamentalistas del objeto libro a objetar la nueva alternativa, a hablar del ritual que se pierde o de que el iPad y el habano no se llevan. Otros, siempre al día con la última tecnología, se tirarán de cabeza en esta nueva sopa digital.

viernes, 7 de octubre de 2011

LA GAVIOTA MÁS VELOZ DEL MUNDO

LA GAVIOTA MÁS VELOZ DEL MUNDO




Esta es una historia de una gaviota que se la contó a otra gaviota, que se la contó a otra, a otra y a otra, hasta que llegó hasta mí.
Había un vez una gaviota que no podía volar.

"Volar es lo más gaviota de ser una gaviota"
, repetía mamá gaviota.

Todos los días mamá gaviota daba clases de vuelo a todos sus hijitos.




Estos son los pasos de la clase de vuelo:



El siguiente es el dibujo de mamá gaviota y sus hijos volando por el cielo (o sea, el paso número 5 de la clase de vuelo).

Pero en este dibujo falta una y es Libertad.
Mientras todas las gaviotas disfrutaban de estar cerca de las nubes, Libertad seguía muy cerca del suelo (o sea, el paso número 3).

Aquí está Libertad corriendo a máxima velocidad, casi a punto de despegar.



Libertad poco a poco, se estaba convirtiendo en una maratonista ¡Qué entrenamiento tenía y qué rápido corría!

Pero, mamá gaviota alentaba a Libertad a volar, a punto de quedar sin aliento de tanto enojarse o lo que es peor, de tanto decepcionarse.

Esto es lo que pensaba mamá gaviota de Libertad:

"Es fiaca, sufre de vértigo, come poco, le falta hierro, le falta voluntad".



Esto es lo que pensaba Libertad de mamá gaviota: " Cómo me gustaría que no esté enojada conmigo..."
 
Un día apareció el hada madrina de las gaviotas, es más o menos así:
"Libertad, sé que estás en problemas y vine a ofrecerte un deseo", le dijo dulcemente.

Entonces Libertad pensó, pensó y pensó y finalmente dijo: "¡Quiero que a mi mamá le guste como corro!"

Al día siguiente, como todos los días, fueron a la práctica de vuelo, pero ese día mamá gaviota vio a Libertad y emocionada dijo: "¡Qué lindo corre mi hija, cuánta gracia tiene y qué veloz es!" 

martes, 27 de septiembre de 2011

Nuestros lectores escriben cuentos

Iniciamos hoy una nueva sección en nuestro blog, dedicada a los lectores de nuestra página que son a su vez escritores.
El cuento que publicamos hoy es muy especial ya que ha sido escrito por una madre e ilustrado por su hijo de 8 años. Está dedicado a la hermanita de 4 años del maravilloso ilustrador.
Agradecemos a ambos la belleza literaria y artística que nos han enviado.

Invitamos a aquellos que escriban cuentos para cualquier edad que nos envíen sus trabajos a:
chwojnikd@hotmail.com
Motivo: Cuento Boutique del libro

viernes, 19 de agosto de 2011

Promoción de la lectura



La idea de este espacio es reflexionar sobre la promoción de la lectura en contextos comunitarios a partir de un recorrido posible por la Literatura Infantil y Juvenil latinoamericana.

La capacitación tiene un formato de taller. En todos los encuentros se realizan actividades de promoción de la lectura y también se trabaja sobre material teórico específico, profundizando sobre algunos autores. Al mismo tiempo, se reflexiona sobre el rol de mediador de lectura, el diseño de un taller, la selección de libros, entre otras cuestiones relacionadas con la lectura y se brindarán herramientas concretas para la implementación de actividades y proyectos de promoción de la lectura en diversos contextos (escuela, centros comunitarios, bibliotecas, comedores, hogares, etc.)

Se trabajará la planificación y el diseño de propuestas individuales y grupales y al finalizar la capacitación se armará un banco de propuestas para socializar entre los participantes. Se entregan certificados de asistencia.
El arancel es de $ 150 por mes.

La duración del seminario es de 4 meses, los días martes de 19 a 21.30 hs, en La Vereda Asociación Civil, Sarmiento 2946 (entre Boulogne Sur Mer y Ecuador).

Informes e inscripción:

Daniela Azulay: azulaydan@yahoo.com.ar
Mara Tomaino: mara2004@fibertel.com.ar

miércoles, 22 de junio de 2011

¿Qué leen los autores? Gustavo Ferreyra / Escritor


Creo que los mejores libros son aquellos que tenemos como únicos cuando los terminamos y que luego, con el tiempo, son capaces de devorar a otros libros únicos y andar en nuestros recuerdos unos preñados de otros. Así, para mí, Rojo y negro de Stendhal va preñado de La educación sentimental de Flaubert, el Ulises de Joyce va preñado con El sonido y la furia de Faulkner, Viaje al fin de la noche de Celine con Trópico de capricornio de H.Miller, Los demonios de Dostoievsky con Los siete locos de Arlt, con La náusea de Sartre y con Una cuestión personal de Oé, Jakob Von Guten de Walser con El Castillo, En busca del tiempo perdido con Lolita , Extraños en un tren con A sangre fría , Así habló Zaratustra con Ficciones, Los miserables con Las uvas de la ira, La muerte de Ivan Illich con toda la obra de Tolstoi, porque hay grandes autores que se devoran a si mismos. Y finalmente el Quijote , que va preñado con todos ellos. Como verán, al fin también las obras devoran a los autores y me vi en la posibilidad de ya no nombrar a estos últimos.
Estos son libros que amo demasiado y que no sé si volvería a leer porque justamente les temo y tal vez volvería a ellos con la idea del beneficio. Nada me repele más que la idea de retornar a esas páginas para, en la relectura más atenta a las habilidades del constructor, sacar provecho. Prefiero que anden como sonámbulos oscuros y embarazados, algo perdidos en mis calles. En el fondo, quizá, no los releo para que esos libros sean por fin uno mismo. Como lector, creo, quisiera ser esos libros.
En cuanto a los libros que volvería a escribir, supongo que todos. Hace unos meses, en ocasión de una crítica aparecida en otro portal sobre mi última novela, Dóberman, Guillermo Belcore, persona que no conozco, dijo que se notaba que yo era feliz escribiendo. Me sentí descubierto y casi emocionado. Ese comentario tocaba algo recóndito y secreto. Soy tan feliz escribiendo que esto incluye, sin ofensas, ese pequeño sufrimiento por lo que puede no venir, por lo que se puede perder de mí y que no va a estar en el texto. En fin. De todos modos, viví más intensamente me parece la escritura de El desamparo, de Piquito de oro y de las dos últimas, inéditas todavía: La familia y Piquito.
Actualmente leo un volumen de Losada que incluye dos obras de teatro de Sartre: Las moscas y Nekrasov, esta última una suerte de comedia bastante llamativa (en la medida en que Sartre puede escribir comedia) y tengo en la pila Un hombre llamado lobo, de Oliverio Coelho.



Biografía del autor


Gustavo Alejandro Ferreyra nació en Buenos Aires en 1963. Licenciado en Sociología , es profesor en la Universidad de Buenos Aires y del nivel medio para adultos.
Recibió los premios de Del Castillo Editores de 1986 en el Concurso Nacional del Cuento por "Una historia" y el Premio Emecé de Novela , edición 2010, por Dóberman, con fallo unánime del jurado integrado por Tununa Mercado, Fabián Casas y Martín Kohan.
Ha publicado El amparo (1994), El perdón (1997), El desamparo (1999), Gineceo (2001), Vértice (2004), El Director (2005), Piquito de oro (2009) y Dóberman (2010).

Es colaborador en diversos medios periodístcos de Argentina ( Revista Ñ, El cronista cultural y El ojo mocho) y de España ( Revista Lateral).

viernes, 15 de abril de 2011

¿Qué leen los autores? Guillermo Saavedra / Escritor y editor


¿Qué leen los autores? Guillermo Saavedra / Escritor y editor

¿Quién no ha sido alguna vez enfrentado a la amable exigencia de elegir los diez mejores libros, filmes, cuadros, óperas o goles de la historia? En tales casos, siempre me he preguntado por qué diez y no siete o, mejor aún, trece y, de ese modo, evitar la tentación del decálogo y sostener la ilusión de que uno está más cerca de la cábala que del canon. Imagino, pues, que tal libertad me es concedida y postulo, con alegre y salvaje arbitrariedad, mi propia lista de trece libros que, por diversas razones, hoy pondría por encima del resto, sin resignar el derecho a modificarla el mes que viene, o el año próximo, según el tiempo y las circunstancias vayan moldeando mi apetito:

1. Ante todo, el Quijote, a cuyo universo único, lleno de imaginación, gracia y profunda piedad por sus personajes mi padre me acercó cuando yo era un niño, insinuándome, un poco en broma pero no del todo, que un lejano parentesco nos unía al formidable autor de la primera y más moderna de las novelas modernas.
2. Las Soledades de Góngora, un planeta sonoro y rítmico que me permitió descubrir la riqueza, la musicalidad y el misterio de la lengua española.
3. La Divina Comedia, monumento poético, estético e ideológico irrepetible, culminación del dolce stil nuovo italiano y prueba de que la poesía puede proponerse construcciones ambiciosas y de gran aliento.
4. En busca del tiempo perdido, esa gran expedición por la terra incognita de la percepción y la memoria.
5. La Trilogía de Beckett –Molloy, Malone muere y El innombrable–, seguramente un non plus ultra de la escritura y una de las expresiones más reveladoras de la crisis del sujeto durante el siglo veinte.
6. Ficciones, desde ya, compendio de genialidad arbitraria y sabiduría erosiva donde brilla el mejor Borges.
7. El astillero, de Juan Carlos Onetti, sin dudas la máxima expresión del mundo propio, y al mismo tiempo inequívocamente rioplatense, del gran maestro uruguayo.
8. Pedro Páramo, de Juan Rulfo, un limbo en el que muertos y vivos dirimen los conflictos de una comunidad mítica y a la vez perfectamente verosímil.
9. Los Ensayos de Montaigne, fundadores del género al que incluso dan nombre, suerte de teatro de la subjetividad convertida en ley y en piedra de toque de la intuición.
10. Rey Lear de Shakespeare, quizá otro ejemplo radical de lo que puede hacer la más alta poesía dramática en su afán de dibujar la dolorosa aventura del sinsentido de la existencia.
11. Así habló Zaratustra de Friedrich Nietzsche, cabal demostración de que la filosofía puede ser una experiencia renovadora del pensamiento sin renunciar a la belleza literaria.
12. El ruido y la furia de William Faulkner, la más shakespeareana y sinfónica manifestación del genio del narrador estadounidense.
13. Las Mil y una noches, quizá el libro de los libros, maravillosa caja china de relatos que perfectamente podría encabezar esta lista.

Desde luego, esos libros me marcaron como persona, como lector y, sin dudas, como futuro escritor. Y, si se me pemitiera ser aún más exhaustivo en este sentido, agregaría, traspasando ya los límites de toda discreción posible: en poesía, Trilce de César Vallejo, Altazor de Vicente Huidobro, En la masmédula de Oliverio Girondo, los Sonnets of Desolation de Gerard Manley Hopkins, la Poesía reunida de Wallace Stevens, La tierra baldía de T. S. Eliot, el Cuaderno del bosque de pinos de Francis Ponge, los sonetos de Petrarca, de Garcilaso y de Quevedo, el Martín Fierro, la poesía heteronómica de Fernando Pessoa y, entre muchos otros, Las flores del mal de Charles Baudelaire. En el ámbito del ensayo, los Ensayos críticos de Roland Barthes, Mímesis de Erich Auerbach, El espejo y la lámpara, de M. H. Abrams, La cabeza de Goliat de Martínez Estrada y el Facundo de D. F. Sarmiento. En narrativa, los Cuentos de Chejov, Los Papeles de Pickwick de Dickens, Bouvard y Pécuchet de Flaubert, La cartuja de Parma de Stendhal, Las armas secretas de Cortázar, La pasión según GH y varios de los cuentos de Clarice Lispector y, también entre muchos otros libros, el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. En teatro, la lista sería aún más frondosa, e incluiría tragedias clásicas como Edipo Rey y Antígona de Sófocles, las comedias de Aristófanes y de Plauto, Hamlet y La tempestad de Shakespeare, El avaro de Molière, Leonce y Lena de Büchner, Peer Gynt de Ibsen, Tío Vania de Chejov y Krapp o la última cinta magnética de Beckett.

En las imaginarias antípodas del gusto, la memoria no puede dejar de recordar, siquiera vagamente, aquellos libros que han merecido nuestra condena. Me pregunto si vale la pena sostener activo ese infierno libresco en el disco duro de nuestra conciencia. Quizá convenga relegarlos al olvido y, sólo a modo de consigna general, exponer los criterios que nos llevan, por un principio de higiene mental, a evitar volver a ciertos libros. En mi caso, me niego a releer aquellos títulos que subestiman al lector, los que creen que la literatura o, en un sentido más amplio, la escritura, pasa por los temas, los argumentos y las ideas al uso y no por una relación de compromiso con el lenguaje y con la forma. Los que intentan seducir con demagogia, golpes bajos o el recurso a lo que supuestamente está de moda o es considerado política y estéticamente correcto.

Ahora bien, cuando evoco la época en que leí por primera vez muchos de aquellos bueno libros de los que hablaba al comienzo, me asalta la vaga nostalgia de un privilegio que he perdido hace mucho: el poder entregarme despreocupadamente a la lectura de un solo libro por vez. Desde hace años, la lectura es para mí una actividad múltiple y simultáneamente diversificada, una suerte de adulterio o poligamia forzosa que me lleva a convivir al mismo tiempo con libros que debo frecuentar por motivos de trabajo y con otros que leo y releo por puro placer. En estos días, sin ir más lejos, comparten mi mesa de luz, por motivos profesionales, las memorables Lecciones de literatura rusa de Vladimir Nabokov, recientemente reeditadas; Todo es silencio, una muy interesante novela del español Manuel Rivas; y El crepúsculo de un ídolo, la controvertida revisión de la vida y la obra de Freud a cargo de Michel Onfray. Y, por puro placer, los Cuentos completos de Katherine Ann Porter, auténtica maestra del género a quien debía una relectura; Imágenes de una novela, volumen que reúne algunas piezas teatrales de Luis Cano, uno de los dramaturgos argentinos más inteligentes y originales de la actualidad; Contraluz, una novela sustanciosa, genial y de largo aliento, como es habitual en él, de Thomas Pynchon, a la que sólo ahora puedo ir hincándole el diente; y una reedición de Sudeste de Haroldo Conti, el más reciente libro que he comprado, para releerlo y regalarlo a alguien que quiero mucho, y compartir con esa persona el placer de haber leído una de las grandes novelas argentinas.

Leer es una forma particular, virtual, de escribir, en nuestra conciencia, los libros que otros soñaron, como el intérprete que, al ejecutar una partitura, confiere auténtica existencia a la música concebida por el compositor y que, hasta ese momento, se encontraba en una suerte de estado de latencia. Lo que llamamos escribir tal vez no sea otra cosa que el reverso de esa experiencia. Escribimos, quizá, para instalar en el mundo aquellas historias, versos, ideas y ritmos que no encontramos ya escritos en ningún libro ya existente. Y, de ese modo, ampliamos el círculo que algunos llaman tradición y yo prefiero, aquí, por un momento, imaginar como una conversación a través de los siglos.
Por eso mismo, creo que no volvería a reescribir un texto mío. Uno continúa escribiendo nuevos libros precisamente por esa suerte de efecto de fuga hacia adelante que supone siempre la escritura. O, como suele decir César Aira, “para corregir los errores cometidos en los libros anteriores”. Me gustaría, eso sí, volver a sentir la plenitud, la mezcla de convicción y vértigo que me envolvía, o me acompañaba, mientras escribía El velador.

Biografía del autor


Guillermo Saavedra (Buenos Aires, 1960) es un poeta, editor y crítico de extensa y reconocida trayectoria.
Se ha desempeñado como editor responsable en la casas Aguilar-Altea-Taurus-Alfaguara, Manantial, Tusquets, Atril y Losada. Y, como periodista cultural, ha sido uno de los directores de la recordada revista Babel, editor de los suplementos culturales de La Razón, Clarín y La Nación, director de las publicaciones del Teatro Colón y corresponsal del suplemento cultural de El País de Montevideo,
Ha publicado los libros de poesía Caracol (1989), Alrededor de una jaula. Tentativas sobre Cage (1995), El velador (1998), La voz inútil (2003) y Del tomate (2010), los libros de poesía para niños Pancitas argentinas (2000) y Cenicienta no escarmienta (2003), una recopilación de algunas de sus entrevistas con narradores argentinos: La curiosidad impertinente (1993) y numerosas antologías, entre las que se destacan: Cuentos de historia argentina (1998), Cuentos escogidos de Andrés Rivera (2000), La pena del aire (poemas de Ricardo H. Molinari, 2000) y El placer rebelde (antología de la obra narrativa de Luisa Valenzuela, 2003). Su poesía ha sido traducida al alemán, inglés, portugués e italiano e integra numerosas antologías publicadas en la Argentina y el extranjero. Ha recibido, entre otras distinciones, la beca de la John Simon Memorial Guggenheim Foundation en el rubro poesía.
Fondo de Cultura Económica publicó recientemente La casa encontrada, poesía reunida de Roberto Raschella, con prólogo de Guillermo Saavedra.
Actualmente, se desempeña como director de publicaciones del Complejo Teatral de Buenos Aires y es el director de la revista de cultura Las ranas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Nuestras reseñas



Pinamar

Hernan Vanoli

(Interzona, 2010)

138 pags.


Vamos a la playa

Finalmente llegaron las vacaciones; tiempo para descansar, despejarse y reagrupar fuerzas ante un nuevo año que se nos abalanza. ¿Que mejor para estas ligeras jornadas de ocio que una buena literatura de playa? Claro, no a todos les llegaron las vacaciones, algunos deben quedarse y seguir transitando día a día el asfalto incandescente de la capital en la hora pico de sol con 40 grados de sensación térmica solo para llegar a su cubículo, entonces ¿que mejor también para estas abrumadoras peregrinaciones urbanas que una escueta dosis de literatura con un titulo sugerente? Hurgando un poquito, de entre las nuevas editoriales pequeñas de autores contemporáneos hallé una novela ideal tanto como para amenizar bajo una sombrilla como para comparecer en el subterráneo: Pinamar (Interzona, 2010).

Esta ultima novela de Hernán Vanoli es un relato fragmentado (al mejor estilo “El museo de la revolución” de Kohan) en primera persona, que transcurre en dos ámbitos paralelos, el presente del protagonista por un lado y la redacción –en un tiempo anterior- de un diario que este le escribe a su hermano en España, por otro. Ambos planos tienen un punto de contacto, la mirada sectaria, antipopular, prejuiciosa y alienada del protagonista que oficia de joven exponente de clase media alta porteña, en una clave entre irónica y burlesca de un autor que raya por su lucidez.

En Pinamar hay de todo; acción, estilo, intensidad, y sexo, inscrito en el realismo vertiginoso de lo que se denomina “nueva narrativa Argentina”. El estilo es ágil, directo, conciso, a veces apresurado, con escasos adornos lingüísticos y casi sin adjetivos. La temática de corte sociológica monta un eje político que se inserta en el contexto de la crisis del 2001 con elementos futuristas (hechos recientes) y giros argumentales inesperados que rozan lo bizarro cuando no impactan violentamente en la incomodidad sutil unas veces o en el liso y llano bochorno en otras. Pero nunca mejor, cumple su función ineludible y lo hace con singular altura: entretiene como pocas.

Antes de concluir, hay dos elementos para destacar que nada opacan el nervio de la obra pero vale la pena mencionar. Uno de tipo argumental, la lectura del “Argentinazo” (o sea un posicionamiento del relato) desde el análisis que se le puede hacer una década después, y si bien es lo que tiene de sustancioso (y actual) en el realismo en el que se inscribe, también es lo que tiene de inverosímil. Y el segundo, completamente subjetivo –mejor dicho, aun más completamente subjetivo-, es que el componente fantástico que aflora hacia el desenlace (como en “La transformación de Rosendo” de Ricardo Strafacce, con mismo transfondo) corre pura y exclusivamente en función de la picardía y del oficio de entretener; elude en este caso –intencionalmente creo- el desenlace como manifestación superadora. Pinamar es la síntesis de los que reinventan el concepto de “literatura de playa” o este verano entre la pelota, la paleta, el bronceador, los molinetes, las combinaciones y las escaleras están para otra cosa.

Manuel J. Pintos

 
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